1 de octubre de 2010

Víctor M. Díez

Nota biográfica

Poeta. Nacido en León en 1968. Entre sus obras publicadas se encuentran títulos como Evaporado va, Oído en tierra, Voz fuera de campo, Ser no representable o Circo varado y la antología personal Todo espera un fuego. Siempre ligado a la escritura, ha colaborado en diferentes diarios como columnista, así como en revistas literarias, festivales de cine (como SEMINCI), catálogos de pintura o guías de viaje. Es conocido por sus trabajos como poeta de acción con músicos (SIN RED, cuarteto de improvisadores), grupos de teatro y, en general, como agitador cultural y creador proyectos estéticos contemporáneos.


Algunos poemas

*

Nos hemos desnudado la piel

bajo una callada pradera de estrellas.

Sin pies. Así nos silenciamos

hacia una flor enferma.

Como el día es centrífugo en la nube

evaporado va el jardín.

*


PERO SE OYE

Los domingos un cadáver. Erguido.

Cruza pálido el umbral del cabaret.

Un cadáver con guantes

tacones de bailarín escenario botas de aviadores

alemanes en los pasillos. Labios pintados:

la cantante grita, oídlo, en las habitaciones interiores.

Ropa de escenario deshecha, su voz

de cantante grita. Pequeña ciudad grita.

Baile, baile, baile... y morfina alemana en los apartes.


Aquí nació Buenaventura Durruti, el héroe o

el gran perro malnacido.

La ciudad es un agente doble.

Fotografías de un baile, músicos vencidos

fumando en las traseras.

Los domingos un cadáver familiar...


Espías delatores habitaciones falsas fosas paseados.

La memoria de lo no vivido en primera persona,

así desordenada, se vivifica.

Una música sin partituras; canción de escombros

en la ciudad ocupada; tumbas sin nombre.


LOS INVITADOS

Maldito baile obligatorio.


Las ropas vacías y perfectas sobre las camas

esperan su carga.

Los invitados están desnudos

y callados como piedras

en sus pequeñas cajas de impaciencia.

Pueden oír los ensayos de la orquesta

y un bullicio futuro que repiten

como un imaginario coro de espías.


GAZPACHO DEL PINTOR TRABAJANDO

Tomates muy maduros. Corta, pela, tritura. Rojo.

El pimiento verde. Pan mayor, hueso, tierra.

La sal gorda y la sal fina, cristales rotos hacia el interior.

Oro viejo en el aceite para mudez del brillo.

Nieve deshecha del pepino, peladuras, desnudez y agua multicolor.

Dedos, ojos; manos, labios, lengua; respiración.

La sencillez ámbar del ajo, alojándose.

Lo que remueve un hombre agachado cerca de la tierra.


El cuenco incoloro, la cuchara invisible. Invitación.



DUELE LA LUZ

Chus Domínguez

(Nada al final/ Nothing to the end)



Quincalla otorga

una respiración entrecortada:

ojos heridos, pies mojados, arañazos

al animal de la caverna.

Un rotor hacia la luz que prometen

arrastra a ritmo diminutos cadáveres.

Respira y marcha quien cree que avanza

y es su reflejo el que huye

de la oscura tierra de sí mismo.


Nada al fin, pajarito del laberinto.




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